El fabricante de muñecas

¿Qué ocurre cuando la magia logra abrirse paso entre la oscuridad de la Segunda Guerra Mundial? Pues que surgen novelas tan únicas y especiales como El fabricante de muñecas escrita por R. M. Romero. Ya desde el inicio, al leer la dedicatoria de la autora: «A los niños que murieron en el holocausto. Y al río, que me envió flores desde el mar», sabemos que estamos ante una de esas novelas que atrapan entre sus páginas hasta el final. Una novela con la que reiremos, lloraremos, sufriremos y, sobre todo, nos emocionaremos. 
 Karolina, es una pequeña muñeca de madera que vive en La Tierra de las Muñecas, un bello mundo de fantasía donde las montañas son de cristal y las aceras de caramelo de menta. Se trataba de un lugar perfecto para vivir hasta que las ratas llegaron para imponer su autoridad y arrebatárselo absolutamente todo a los habitantes de ese mundo. El rey de las ratas gobierna sobre todo su ejército y comienza a ordenar que apresen a las muñecas, las encierren con el único fin de obligarlas a trabajar para él o las quemen en grandes piras de fuego, ¿os suena? En esta situación se encuentra nuestra pequeña protagonista, Karolina, cuando un viento Bondadoso transporta su alma hasta el mundo humano, concretamente, hasta una pequeña tienda de juguetes situada en el corazón de Cracovia, junto antes de que los alemanes lleguen a Polonia. El destino ha decidido unirla a un viejo Fabricante de Muñecas y juntos llevan a cabo grandes milagros para ayudar a los judíos que viven en la zona, especialmente, a sus dos nuevos amigos: un joven músico llamado Josef y su hija Rena.
Debo admitir que lo primero que me incitó a leer esta novela fue su portada, a pesar de que digan que nunca se debe juzgar un libro por ella. La muñeca de la ilustración y las flores que la rodean me enamoraron desde el primer momento. El interior del libro sigue, sin decepcionar, la línea que esperamos desde su portada: una sensibilidad y apreciación por los detalles que logra conmovernos el corazón. La guerra y el dolor son vistos desde una perspectiva mágica y casi infantil a través de los ojos de Karolina y Rena. Entre tanta desolación existe un rincón donde la esperanza brilla y se extiende más allá de lo permitido; una esperanza que rompe los límites de la realidad con el único propósito de ayudar a todas las personas que lo necesitan.
Lo que más me gustado de esta novela es la manera de narrar los acontecimientos que ocurren en ella. Hay cientos de novelas sobre la Segunda Guerra Mundial, y esta no nos va a presentar ningún horror que no conozcamos de antemano, pero la narrativa y sus protagonistas transmiten tanta calidez que nos será imposible apartar la mirada del libro.
Sin duda es una lectura muy recomendada, que siempre podéis hacer en compañía de un ratoncito de juguete "de blandas orejas rosadas y una sonrisa hecha de puntadas de hilo".

Comentarios

Entradas populares de este blog

La nigromante

Lecturas de la infancia

Aracnefobia